lunes, 28 de junio de 2010

Tópico de anuncio de televisión.


Moore no tenía ganas para aquellas tonterías, pero allí estaba, sentada en uno de esos cómodos sillones de color rojo marcados por el cartel de reservado. Con cuidado de no hacer ruido, abrió su bolso de Dolce & Gabanna y sacó de él una bolsa llena de ositos de gominola, regalices y tiburones, comida prohibida en cualquier presentación de un nuevo exitazo. Pero para Mandy Moore la película era un coñazo y su hambre ganaba a las ganas de comportarse como una estrella. Como ocurría siempre.


Andrew J. Smith la cogió de la mano, impidiendola coger sus gominolas sin que él se diera cuenta de ello. Mandy Moore apretó los dientes mirando de nuevo a la pantalla. Si salía con Andrew era solo por el físico, el sexo y la fama. Ella no quería ataduras, solo vivir la vida, y toda vida lleva necesidades fisiológicas determinadas.


Con la mirada en la pantalla, Andrew la miraba sonriendo como un imbécil, algo que comenzaba a molestar a Mandy Moore, la diva que no quería andar sobre el terreno corroído del amor. ¿Andrew J. Smith podría estar enamorándose? Esperaba que no, porque ella misma le había elegido en parte por su aspecto de chico duro, de creído, de ombligo del universo, y o por un insensato que se atrevía a enamorarse en Hollywood.


-He pensando en dar ha conocer nuestro rollo esta noche.-murmuró Smith acercándose al oído de ella.-No entiendo porqué tenemos que esperar.

Mandy Moore sacudió su pelo rubio al negar con la cabeza, mirando detenidamente la pantalla donde en aquél momento comenzaban a descuartizar a un hombre.

-No vale la pena, todo el mundo sabe que estamos juntos.

Se encogió de hombros y Andrew J. Smith frunció los labios.

-A mí me gustaría poder darlo a conocer...como una pareja.

Una risa divertida se escapó entre los labios pintados de rojo de Mandy Moore. Miró a su rollo barra novio detenidamente que parecía sorprendido de su aptitud. Andrew J. Smith se había enamorado de Mandy Moore.

-Tú y yo no somos pareja. Vamos Andrew, solo somos publicidad. Yo impulso tu carrera y tú la mía, somos un objeto de ayuda mutua, como si hubiéramos firmado un contrato sin saberlo. Forzamos sonrisas delante de las cámaras, como cuando estábamos separados, pero ahora juntos. Hacemos alguna película como protagonistas, nos enrollamos de vez en cuando en la playa y tenemos un poco de vida personal entre sábanas.-Mandy Moore volvió la vista a la pantalla, pero sin enterarse de aquella película recién estrenada.-Somos juguetes de Hollywood, para hacer creer a la sociedad decaída que alguna vez podrán ser como nosotros. Una pareja enamorada, guapa, deslumbrante, triunfadora y feliz. Nadie sabia que es lo que se ocultaba tras el cuento de Blancanieves. ¿El amor puede surgir tan rápido? Claro que no, pero Blanca quería convertirse en princesa Disney y lo único que le faltaba era un jodido príncipe. El príncipe, necesitaba una ama de casa con la que dormir caliente y que le cuidara los retoños. Todo es un utensilio de las masas para soñar y pensar que la vida no es una mierda tan grande como nos demuestra día a día los golpes de la realidad.

Andrew J. Smith se formuló mil preguntas en ese instante mientas miraba, apoyado en su sillón color rojo burdeos a Mandy Moore comiendo ositos de gominola en una presentación de gala. Y tras todas esas cuestiones solo una llegó a quedarse allí aquél día. ¿Alguna vez sería Mandy Moore, la diva, la nueva Marilyn Monroe, sería capaz de sentir algo?


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