jueves, 1 de julio de 2010

Hay sonrisas que marcan

Mandy está sentada en el despacho cuando Kevin Limsworth, el representante, entraba aquella mañana. Dio dos pasos hacía atrás. Por su rostro vagaron imperceptiblemente un montón de gestos; un ceño fruncido, una boca abierta, unos dientes apretados, un asomo de preocupación, unos labios fruncidos en una línea muy delgada.

Mandy Moore cerró los ojos para no ver más gestos y apartó la mirada.

Kevin Limsworth se quedó estático incapaz de articular una misera palabra mientras veía como apuraba uno de sus cigarrillos al máximo...con la mirada desviada.

Allí sentada, en el sillón de cuero mucho más grande que ella parecía más pequeña y asustada, como una chica normal de veintidós años. Como debía ser realmente.

Mandy Moore frunció los labios y miró de nuevo a su representante apagando la colilla sobre un cenicero de piedra natural con fuerza, descascarillando las uñas mal pintadas de rojo. Parpadeó y dejó caer sus manos sobre el regazo.

-¿Qué...pasa?-preguntó Kevin Limsworth, dejando una carpeta repleta de papeles encima de una de las estanterías.



Sandy Riamond entornó los ojos mirando a la diva allí sentada, impasible. La secretaria no era muy partidaria de la personalidad de Mandy Moore, pero no por ello lo decía en alto. Prefería comentárselo a su perfecto representante que parecía estar de acuerdo con ella...en parte. Sandy Riamond estaba seguro de que la aguantaba solo por el dinero. Kevin Limsworth no estaba tan seguro de aquello.

-Quiero pedirte unas vacaciones.

Mandy Moore no parecía nerviosa, disgustada o enfadada. Pero Kevin Limsworth podía ver como su mano temblaba sin querer al coger de su bolso la cajetilla de tabaco. Él tampoco esperaba que todo lo que fuera a decir Mandy fuera aquello. ¿Unas vacaciones? ¿Para ella? La incredulidad no parecía querer abandonar su cara cuando intento responderla.

-Vacaciones...¿para qué?

Mandy Moore se levantó del sillón con sus pasos elegantes y sensuales. Con su vestido corto ondeando sobre sus muslos y los músculos de sus gemelos y sus muslos tensándose cada vez que daban un paso sobre aquellas plataformas.

-No creo que te importe.-respondió y no fue algo borde, o arisco solo fue...la constatación de un echo.

-¿Dónde te vas? Un representante tiene que saber esas cosas de su cliente.-se quejó, frotándose el puente de la nariz con fuerza

Y entonces Mandy Moore sonrió. Podría haber sido una mueca pero Kevin Limsworth que había sufrido las contestaciones de aquella chica el que más se lo tomó como una sonrisa pasajera porque no duró más que unos segundos. Pasajera, pero una sonrisa.

-No, no debes. Me iré mañana.-respondió mirando al suelo y atravesando el despacho con tranquilidad.-Andrew me espera abajo.

Con esas últimas palabras Mandy Moore desapareció de su despacho, con tanta velocidad con la que había llegado aquella mañana, quizás para una semana, o quizás para más meses incluso un año entero. Kevin Limsworth apretó los labios.

-Que chica más rara, yo no sé como sigues siendo su representante. Si yo fuera tú...-murmuró Sandy a su lado sacudiendo la cabeza y su pelo pelirrojo cogido en una coleta fosforita.

-Ya, pero como no eres yo...-dijo entre dientes, mirando aún las escaleras por las que Mandy Moore había desaparecido.-Callate.

Y las puertas de su despacho se cerraron...y así se iban a quedar bastante tiempo.

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